Siempre caminando solitario por sendas a las que ningún humano podrá llegar. Luchando por creer que tu vida es fácil, sin embargo, no lo es. Los precipicios sin puentes por los que pasar. Las lágrimas sin un hombro por las que discurrir. Los recuerdos que se esfuman en el humo de la inconsciencia. Los sueños que no encuentran en una mente donde descansar. Esos momentos sin poder ser libres por uno o más. La soledad que te atosiga hasta no poder más. Los caminos sin felicidad. Convivimos con muchos instantes que nos gustaría olvidar. Vivimos en un mundo hostil, sin nadie por los que dejarnos guiar. Pero sin embargo vivimos, ¿qué más?
Mis cuentos para dormir
Un cuento de mi vida, un cuento de mis sueños, perdonad, un cuento de nuestras vidas, de nuestros sueños
12 de marzo de 2016
7 de enero de 2016
Paisaje de infancia
Paisajes. Lindos paisajes que evocan instantes de la más perfecta edad humana. Los ojos más abiertos. La nariz más afinada. Cantad bonitos paisajes a la soledad que os aguarda. Cuando el niño crezca usted solo será un recuerdo semiolvidado y algo preciado. El niño volverá con sus hijos, o quizás solo, pero se depcepcionará al verte, tan pequeño y sin magia. Los paisajes de la infancia, dulces y amargos, donde la inocencia se acaba.
22 de septiembre de 2015
Mi no correspondido yo I
Llego al ascensor. No hay nadie.
Ningún ser. La alfombra gris ahora parece morada, el cielo me parece gris. No
soy ni una coordenada. No me encuentro en el mapa. No soy un espíritu, ni un
fantasma. Soy yo Agatha, una chica de 8 años incapaz de ser una niña de 8 años.
Mi mente subsiste en una pausa intermitente que me abruma.
¡NO! No quiero volver a ver esas imágenes
Entonces el suelo gris del ascensor se eleva y todo se vuelve oscuro la
niña ve… Bombardeos. Sangre. Más sangre. Heridos. Más heridos. Muerte. Sus
padres exhalando su último aliento entre sus brazos. La huida. Sola. Carreras.
Cuerpos. Militares. Guerra. No recuerda la cara de sus padres, sólo el gemido
de dolor de su madre y el grito de horror de su padre. No más. Nada más.
Me despierto de mi alucinación.
No estoy cuerda. Lo sé. Sólo quiero ser
una niña de ocho años pero en esta casa abandonada no soy más que una okupa.
Okupa. Maniática. Nadie. Nadie. Nadie. Escapo del ascensor. Bajo las escaleras.
Estoy sola. Sola. Moribunda.
Llaman al timbre. Nadie lo ha hecho nunca. Me da un escalofrío
en la nuca. Do. Re. Fa. Sol.
Las cosas se suceden rápido.
Demasiado rápido. Un hombre. Con chaqueta. Con corbata. Vestido de traje. El
idioma que no conozco. Otra vez. El retintineo de su voz. La superioridad que
intenta transmitir. Las prisas. Mi incompetencia. Me doy cuenta que me quiere
decir algo. Señala desesperadamente su bolsillo izquierdo. ¿Qué habrá ahí? En
un arrebato infatil, le meto la mano en el bolsillo. Mis manos rozan un pequeño
papel. Lo abro. Está en blanco. No hay
nada. Me siento identificada con ese papel. El señor parece indicarme que le dé
la vuelta al folio. Lo hago. Hay letras. Muchas palabras. Frases. Párrafos. Es
una carta. La empiezo a leer.
Querida Agatha,
Primero nos
gustaría saludarte, somos las AIC (Asociación Ilícitamente correcta)
Frunzo el ceño. ¿Qué será esto?
Ilegalmente correcto. Malamente bueno. No entiendo nada. Tendré que seguir
leyendo.
21 de septiembre de 2015
Los vientos del mediodía
me tengo que obligar a mí, empezar de cero
si así comienzo a evolucionar, lo quiero
para ser yo y suspirar sin absurdo miedo.
Los vientos del mediodía me aconsejaban
que yo no fuese un pájaro sin plumas ni alas,
que fuera capaz de volar sin temer nada,
ser como un león en su sabana africana.
Los vientos del mediodía me transformaron
en un persona nueva, con un corazón,
gracias a esos vientos, que cuando ellos llegaron,
mi vida y yo misma cambié para mejor.
Me voy volando como los vientos del mediodía... llegaron y se fueron todo en un día.
Irene Lara
8 de agosto de 2015
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